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miércoles, 13 de enero de 2010

The beatles en tu cama

Las catástrofes de la última ilusión del mundo era su cuarto video documental, producido y dirigido por él mismo. La base de la idea también había surgido de parte de un relato algo autobiográfico que se quedó en boceto. Con esta obra, en el aspecto más dinámico del arte, conseguía un cierto reconocimiento dentro de una rama a la que se acercó gracias a un proyecto arquitectónico en el que colaboró algo más joven y que necesitó de una aproximación a la belleza, el orden y la estructura vanguardista de aquella industria de artistas que nacen con don. Él, sin don, pero con esfuerzo y trabajo, también gracias a determinados contactos y, por qué no decirlo, con algo de suerte, había conseguido con esta obra su primer premio alejado del mundo de la arquitectura, esa experiencia de todo aquello que se puede transitar.

Y así volvía a Madrid, tras mucho tiempo sin pisar este país que se le llenaba de recuerdos y le pedía explotar. Como cada vuelta a casa, se vio obligado a reservar tiempo, aunque poco, para sus conocidos. En un café cercano a la sala donde una hora más tarde se expondría su obra se encontraban antiguos amigos de la facultad, compañeros cercanos de profesión, pero también los amigos más íntimos. Entró y deambuló en conversaciones de elogios que se alejaban de reales diálogos entre amigos. Pero separados de la realidad, tampoco se aproximaban al artificio de un guión de cine, de ese con el que tanto tiempo llevaba soñando. Y quizá no eran las personas más adecuadas.

Algo más tarde se proyectó aquella especie de cortometraje y él, cuyos ojos ya estaban machacados de haberlo presenciado tantas veces y corroído por la curiosidad de ver las sensaciones que provocaba entre los asistentes al acto, giró levemente la cabeza y su mirada se quedó clavada en aquel chico que se encontraba al final de la sala, en la esquina, apoyado de pie contra la pared. Lo reconoció. Tenía el mismo aire fresco de años atrás y la mirada contenta de quien te inspira alegría.

Y entonces aplausos y un premio. Había un discurso de agradecimiento preparado y revisado varias veces por la secretaria, que cuidaba el más mínimo detalle, y refería a familiares hasta patrocinadores. Sin embargo aquello se convirtió en una disertación apresurada y agitada, no había tiempo que perder. Abreviado todo aquello buscó al chico al final de la sala y no lo encontró. Salió al vestíbulo. Corrió a la calle y allí estaba, y se acercó. Y entonces supo que la vida no se vive desde el futuro ni a partir del pasado, sino desde el más inocente presente, sin segundas intenciones ni preguntas de diario de a bordo. Pararon el primer taxi que vieron y volvieron a casa juntos, a continuar la aventura, porque hay episodios que nunca, nunca terminan.

Para más información acerca del video documental pinchar aquí.

lunes, 11 de enero de 2010

Nice days

Me quedo mirando las cosas
menos anecdóticas
mientras te quiero
en silencio.

Todavía no he olvidado
cómo son tus besos
cuando caemos
sobre la cama.

Las calles que se hacen nuestras
al estrellarnos en el portal
y decir en susurros lo bonito
que se hace invierno contigo.

No me hace falta imaginar
lo que te quiero,
porque es real.

Hay momentos que son nuestros
y de nadie más,
y los reconstruyo día sí,
día también.

Y noto el tacto de tu piel,
recuerdo el sentir de tu pelo,
el sabor de tu mirada.

La libertad de amarte
se deshace de ataduras,
y te persigue locamente.